domingo, 5 de julio de 2009

Julio Carmelita


Son tiempos en los que el alma, descansa de tanta flor e incienso perfumado.
Dejaremos de lado durante un tiempo, los brillos del oro y la plata. Y serán las velas, silenciosamente apagadas.
El silencio se hace en las Iglesias, más aún si cabe, en este tiempo de descanso.
Dios duerme en la ciudad. María vela porque todo este en calma.
Y la Giralda, mira horizontes lejanos, horizontes que dan al mar.
El cuerpo descansa, el corazón no. Y como ya dijo un pregonero, el corazón de Sevilla, se llama Triana.
Y Triana es marinera por antonomasia, como su Madre; y es su gente alfarera, como su Dios.
Sueña aún el corazón, con catorce horas de ensueño, catorce horas … ¿Quién dijo que era eso un exceso? ¿No es más ancho y difuso su reino?
Sigue soñando y sueña Triana, y con ella Sevilla.
El río se hace orilla de un mar de devociones que se engalana para descansar del sueño en el que vivimos. Y mientras descansamos, seguiremos imaginando, y veremos en barcas, navíos y barquichuelas, ángeles marineros que la acompañan tan solo a Ella.
Es un sueño el que vivimos en su marina ribera, más se hace realidad cuando la Virgen del Carmen ...

En Sevilla navega.